¡Ole, Salamandra!



¡Ole, ole y ole, Salamandra! Es que no podemos decir otra cosa. Se han portado pero bien, bien, bien. Un detallazo en toda regla el que se han marcado con nosotros los amigos de Ediciones Salamandra. Hace unos días os avisaba en el blog del notición que suponía conocer que desde Salamandra nos iban a enviar libros para ayudarnos a crear la Biblioteca Escolar. La alegría fue inmensa y la ilusión casi se desbordaba. A los alumnos a los que iba comentando la noticia también se les notaba la emoción sabedores de la importancia de Salamandra como editorial con un catálogo juvenil de lujo. Solo quedaba esperar a ver cuando llegaban esos libros.

Daba por hecho que nos llegaría el paquete para la próxima semana pero no salimos de una sorpresa y nos metemos de cabeza en otra. Me encontraba precisamente en la biblioteca con los chavales de 3º de Secundaria cuando supe de la llegada del paquete y rápidamente la expectación fue total. Colocada sobre una de las mesas de lectura procedimos a reunirnos en torno a ella deseosos de abrirla y poder contemplar los libros que traía. El peso de la caja era ya anuncio de que desde Salamandra no se habían limitado a tener el detalle de enviar dos o tres títulos sino que nos hacían un RE-GA-LA-ZO, así, con mayúsculas. 

Necesitábamos unas tijeras ¿Donde había puesto yo las mías con las que recorto tejuelos y códigos de barras? No sé si por la emoción o porque no las había colocado donde siempre, no lograba encontrarlas. Los chavales con cara de que les iba a dar algo si no las hallaba pronto, de modo que decidí pedir a algún voluntario que buscase unas en Secretaría y la respuesta fue multitudinaria. El elegido lo tenía claro: «No intentéis abrirlo hasta que yo vuelva ¿Eh?» Producto de las ganas no caía en que sin las tijeras que precisamente iba a buscar no podríamos abrir el paquete. 

Una de las alumnas corrió a pedir el abrirla ella e ir sacando los libros. Accedí, como es normal ¡Y cualquiera decía que no! :). Por fin todos ya en la biblioteca y tijeras en mano se procedió a la apertura de la caja y al inicio de las exclamaciones de asombro, de ilusión y de alegría. Salamandra nos enviaba, como decimos por estas latitudes, un porrón de libros. Y no solo de libros, como veremos más adelante. Los títulos iban saliendo del paquete y pasando de mano en mano, pues todos querían echar un vistazo. No tardaron en aparecer las primeras peticiones de lectura: «Juanfran, este me lo pido yo la primera», «Maestro, yo me quiero llevar a casa este». Y mientras sucedía eso yo pasaba de la sonrisa por verles tan ilusionados al asombro por tanto libro nuevo. 



Traté de explicarles que como acabábamos de recibirlos y apenas quedando dos horas para concluir el horario lectivo, teniendo además yo clase con otro curso, no podría catalogarlos ese mismo día. Sus miradas lo decían todo: «No nos hagas esto». Y claro está, no pude hacerles semejante cosa. Como tenía película medieval con los alumnos de 2º de Secundaria en Audiovisuales, opté por reubicar la clase en Biblioteca Escolar de forma que me multiplicaba para, mientras ellos la veían y yo les iba realizando las pertinentes preguntas sobre lo que eran los monasterios medievales, el claustro, las celdas, el refectorium o el scriptorium; colocarme frente al ordenador y comenzar a catalogar a toda prisa los libros recién llegados para que a la hora de salida del centro los entusiasmados chicos y chicas de 3º pudiesen marchar a casa con su libro bajo el brazo. 

Además de los treinta y cinco libros, que se dice pronto, desde Salamandra nos obsequian con una veintena de libretas y un taco de pegatinas con la protagonista de su serie estrella para el público infantil: Berta. Ya se me ocurrirá algo que organizar para ir adjudicando libretas y pegatinas entre los lectores de la biblioteca.

El trabajo mereció la pena y es que verles esas ganas de leer y la ilusión por ser los primeros en acceder a libros nuevos lo compensa todo. He recibido, por lo tanto, dos regalos: el detalle que se ha marcado Salamandra con todos esos libros y el de los alumnos ansiosos por leerlos. No se puede pedir más, de modo que desde aquí y en nombre de toda la Comunidad Educativa del C.D.P. Ciudad de los Niños de Huelva trasladar a Salamandra nuestro más sincero y profundo agradecimiento, especialmente a Eva Congil, por como se han portado con nosotros, por su inestimable ayuda y porque pudiendo cumplir con poco han optado por hacernos llegar mucho más de lo que podíamos soñar ¡GRACIAS!




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